la novia, con una mezcla de deseo y curiosidad, se prepara para un encuentro íntimo consigo misma. Con movimientos decididos, se quita la ropa, dejando al descubierto su cuerpo ansioso y listo para el placer. Se sienta en el borde de la cama, con las piernas ligeramente abiertas, permitiendo que el aire fresco acaricie su piel sensible.
Con una sonrisa pícara, toma un vibrador de su mesita de noche, sintiendo su peso y forma en sus manos. Con la otra mano, se toca suavemente, explorando su humedad creciente. Sus dedos se deslizan con facilidad, confirmando lo mojada que está. Un suspiro de anticipación escapa de sus labios mientras enciende el vibrador, sintiendo el zumbido contra su palma.
Con movimientos lentos y deliberados, se posiciona el vibrador en su entrada, sintiendo cómo su cuerpo lo recibe con ansias. Con un gemido, lo introduce lentamente, saboreando cada sensación. Sus caderas comienzan a moverse al ritmo de su placer, cada embestida más profunda y rápida. El sonido del vibrador se mezcla con sus gemidos, creando una sinfonía de deseo.
Con la otra mano, se toca los pechos, pellizcando sus pezones sensibles, aumentando su excitación. Sus ojos se cierran, perdiéndose en el éxtasis mientras se ensarta una y otra vez, sintiendo cómo su orgasmo se acerca. Finalmente, alcanza el clímax, dejando que el placer la consuma por completo, con su cuerpo temblando y su mente en un estado de pura satisfacción.
