La jovencita de apenas 18 años, se encontraba en un estado de excitación incontrolable. Cada caricia de su novio, cada susurro en su oído, hacía que su cuerpo respondiera de manera intensa. Su piel se erizaba, y su respiración se volvía jadeante, anticipando el placer que estaba por venir.
Laura se recostó en la cama, sus piernas se abrieron ligeramente, invitando a su novio a explorar. Sus dedos hábiles encontraron su centro, deslizándose con facilidad en su humedad. La sensación era abrumadora, cada toque enviaba oleadas de placer a través de su cuerpo. Su vagina, ya escurriendo de deseo, se contraía con cada caricia, pidiendo más.
El novio, con una sonrisa pícara, se inclinó para besarla, sus manos recorriendo su cuerpo. Laura gimió, su cuerpo temblando de anticipación. Cada movimiento, cada beso, la acercaba más al éxtasis. Finalmente, con un grito ahogado, Laura alcanzó el clímax, su cuerpo convulsionando de placer, su vagina aún escurriendo, satisfecha pero insaciable.
